En primer lugar, debemos de aclarar cuál es la función la vesícula. La vesícula es el órgano encargado de almacenar la bilis producida por el hígado. A su vez, esta se encarga de la descomposición de grasas. La bilis está mayormente compuesta por sales biliares, colesterol y bilirrubina. Cualquier alteración en la relación de estos componentes puede precipitar la formación de piedras, propiamente llamados cálculos biliares. A esta condición se le denomina colelitiasis.
Entre las condiciones que pueden alterar la composición de los cálculos se encuentran la obesidad y la pérdida de peso de manera rápida. Por esta razón, los pacientes bariátricos y con índice de masa corporal aumentado tienen un riesgo aumentado desarrollar colelitiasis.
A pesar de que los cálculos biliares pueden producir dolor intermitente tras la ingesta de comidas grasas, por si solos no presentan un peligro inminente para nuestra salud. Sin embargo, pueden progresar a causar colecistitis, es decir inflamación de la vesícula, la cual es considerada una emergencia quirúrgica. Entre los signos y síntomas presentes en un cuadro de colecistis aguda se encuentran fiebre, dolor en hipocondrio derecho, náuseas y vómitos. Incluso, sin tratamiento adecuado esta puede progresar a peritonitis y sepsis. Por esta razón, es preferible extraer la vesícula por medio de cirugía electiva al determinar la presencia de cálculos.
Ambas condiciones, colelitiasis y colecistitis, pueden ser diagnosticadas mediante una evaluación médica completa corroborando la presencia de cálculos y/o inflación mediante el uso de estudios de imágenes como la sonografía abdominal. Como fue mencionado anteriormente, su tratamiento por excelencia es mediante abordaje quirúrgico por vía laparoscópica. La cirugía de vesícula, propiamente llamada colecistectomía, se trata de extraer la misma y puede ser realizada concomitantemente a cirugía bariátrica.